El cuerpo tiene que "constituirse" después del cáncer, así como la persona que albergó la enfermedad tiene que normalizar su vida y re-organizarse.
A partir del tumulto que provocó el cáncer, sería bueno que se habilitaran nuevas prioridades, perspectivas de futuro diferentes, y inclusive generarse nuevos sentidos de vida. De alguna manera el cáncer permite re-estructurar la historia propia, o sea... CAMBIAR.
Ese cambio no debe generar miedo; efectivamente, el dolor físico o mental nos impide vincularnos con la vida y con los demás, al menos de una manera satisfactoria; así que maniobrar con las carencias propias ayuda a evitar o disminuir aquel dolor, y permite elaborar la vida de una manera más consciente.
Reconciliarse con su cuerpo, perdonarse los mecanismos defensivos utilizados antes de la irrupción de la enfermedad, permite abrir caminos más eficaces y encontrar senderos no utilizados antes de la misma. Este proceso reclama coraje pero es una manera de ayudarse y también ofrecer ayuda a los que lo ven.
En realidad el espectro de necesidades suele cambiar cuando se ha superado el cáncer de mama, y hay factores que consideramos científicamente terapéuticos y curativos que deberían ponerse en marcha en la fase de la superación de la enfermedad.
Aquí te adelanto algunos:
Dialogar tu vida con alguien que te escuche sin juzgar (si no existe esta persona habría que buscarla, o ir a sesiones de terapia).
Procurar mantener la armonía con tu entorno físico y con las personas próximas; en este momento suele haber un proceso de selectividad....
Es importante también no alterar los ritmos biológicos como el sueño, el cansancio y las comidas, pues suelen desequilibrar la calma interior; no es bueno exigirnos un esfuerzo extra que nuestro cuerpo o aparato psíquico no pueda asumir.
Por otra parte, y más complicado, habría que gestionar las fuentes de estrés, así como los problemas o los bloqueos emocionales que existían antes de la irrupción de la enfermedad; muchos de los mismos son problemas relacionales, males de amor o de afecto, y si existe un potencial creativo en el cáncer es precisamente darse la oportunidad de aclarar esos conflictos o intentar alejarse de los mismos.
A veces el sufrimiento inherente a conflictos es inevitable, pero al menos si le sabemos otorgar algún sentido o significado, la intensidad del dolor disminuye a favor de su causa; se liberan recursos afectivos que se pueden utilizar mejor que antes. La idea es establecer una nueva relación con el propio cuerpo que ha sido sacudido, reforzando el sistema defensivo natural, con tal de que se colabore mejor con un tratamiento farmacológico.
Movilizar las defensas propias ayuda a intensificar los efectos positivos de los tratamientos y disminuir los efectos secundarios a veces inevitables. Se aumenta el refuerzo vital.